jueves, 3 de junio de 2010

SYLVIA PLATH ( 1932-63)


PAPI

Ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años,pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o a hacer achís.

Papi: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo...
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.

Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso Nauset.
Solía rezar para recuperarte.
Ach, du.

En la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco

dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste el pie, tus raíces:
nunca me pude dirigir a tí.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.

Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes.
Y el lenguaje obsceno.

Una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.

Judío que va hacia Auschwitz, Dachau, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Creo que podría ser judía yo misma.

Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.

Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer. Oh Tú---

No Dios, sino una esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista.
con la bota en la cara, el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.

Estás de pie junto a la pizarra, papi,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que

me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir,
para volver, volver, volver a tí.
Supuse que con los huesos bastaría.

Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
Y entonces supe lo que había que hacer.

Saqué de tí un modelo,
un hombre de negro con aire de Meinkampf,

e inclinación al potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papi, que por fín he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.

Si ya he matado a un hombre que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años si quieres saberlo, papi.

Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de tí.
Siempre supieron que eras tú.
Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
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Juan Gelman sobre I Bachmann:
Ingeborg Bachmann propone que el fascismo tiene raíces cotidianas. No empieza, afirma, con las primeras bombas que se tiran, Empieza en las relaciones entre las personas. El fascismo es lo prmero en la relación entre el hombre y la mujer En su novela Malina su alter ego está obsesionado por una pesadilla: su padre es nazi y la envía a una cámara de gas. En El caso Franza la protagonista es esposa de un siquiatra veinés fascinado por Hitler. Ingeborg aborda el tema desde interrogantes internos y para ella escribir tiene una ética y con ello pretende ordenar las relaciones sujeto-objeto, individuo/sociedad, siempre expuestas a estas perturbaciones.

INGEBORG BACHMANN (1926-73)


UNA ESPECIE DE PÉRDIDA.

Usados en común: estaciones del año, libros y una música.

Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una cama.

Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados, gastados.

Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y siempre alargada la mano.

De inviernos, de un septeto vienés y de veranos me he enamorado.

De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa y de una cama.

Con fechas he hecho un culto, promesas he declarado irrevocables,

he adornado un algo y he sido devota delante de una nada.

(-de un periódico doblado, de las cenizas frías, del papel con un apunte)

impávida ante la religión porque la iglesia era esta cama.

De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.

Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis vecinos.

Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi cabello tenía su color más intenso.

La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.

No te he perdido a tí,

sino al mundo.
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Una preocupación de las mujeres poetas de los 60 y 70 fue, por encima de todo, las relaciones hombre-mujer. Tanto Ingeborg como Silvia trataron este tema y en sus poemas hay muchos elementos autobiográficos.
Silvia Plath fue esposa y madre, fue mujer trabajadora y le costó mucho reconciliar todas estas facetas.
En algunos poemas utiliza el símil del fascismo presentándose a sí misma como a una judía y a los hombres como fascistas, en una sociedad dominada por el hombre. Su padre fue un inmigrante alemán y murió cuando ella tenía 8 años. En algunos poemas dice haberse casado con un hombre parecido a su padre, un hombre para el que los sentimientos no contaban y reprocha a ambos el sufrimiento que esto le causa.
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DESPEDIDA
La carne que envejeció muy bien conmigo,
la mano rugosa, que sostuvo fresca la mía,
ha de quedarse sobre el pálido muslo,
rejuvenecerse la carne por un instante,
para que así venga más rápido el derrumbe en ella,
rápido llegan las arrugas, casi sanas,
y todo sobre la rígida musculatura.
No ser amada. El dolor podría ser aún
mayor. Se siente muy bien, toca a la puerta
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, dónde ya no crece ningún verde,
dónde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.
Avejentada en cien años, en un solo día,
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su harmonía preestablecida.

LAS MUJERES QUE ESCRIBEN ¿SON PELIGROSAS?




Ingeborg Bachmann pensaba que Sylvia Plath era una de esas escritoras "que estaban en el infierno", como ella, y que ambas tenían una gran conciencia como escritoras. Como las mártires, su religión era el arte y su ley el sufrimiento. El sufrimiento y el dolor hacen de nosotras las elegidas, decía. Escribir, ese acto religioso, anota Sylvia Plath en sus diarios, morir es también un arte, lo que anticipa su propio suicidio. Y la escritura no es sino un acto de autodestrucción.
Ingeborg dice que el poeta es un muerto que no puede vivir entre los humanos, es un fuego que consume y te pone en presencia de lo sagrado.

Plath acaba metiendo la cabeza en el horno, Ingeborg provoca un incendio que la abrasa. Dramas sicológicos, emancipaciones fracasadas. De la radiante adolescente americana ganadora de becas, de premios, de pretendientes, a la mujer sufriente y depresiva. De la mujer austríaca que creía que podría alcanzarlo todo, a la mujer despechada y adicta.

GIORGIO DE CHIRICO







Carl Einstein considera a Giorgio de Chirico un pintor que retrocede al arcaismo y nos ofrece visiones de una matemática soñada. Recoge la tradición de la pintura italiana: Ucello, del arte florentino, de la ciencia clásica, de la alquimia, de la la Edad Media, combinándolo todo con las matemáticas y con figuras geométricas (cono, dado, triángulo), sirviéndose de recursos tectónicos y obedeciendo a su pasión por el mito.
No en vano la arquitectura es la madre de todas las ciencias, opina Einstein, había que volver a los números pero ahora desde un nuevo romanticismo, y a la vez, desde un clasicismo en la forma.

Y es que de Chirico de alguna expresa una metafísica nueva, pesimista, porque lee a Schopenhauer, a Lautremont. Practica un dualismo pesimista que le sirve para expresar su ironía: coloca a Zeus frente a una coliflor, al busto griego junto a unos plátanos.
Y al mismo tiempo este pintor es un ser trágico, desvalido, porque sus cuadros no son sino sueños aterradores: esas plazas vacías sobre las que se apresura la sombra de un niño, esas visiones míticas que han dejado de tener sentido al desmoronarse la Antigüedad. Visiones ahora subjetivas, arbitrarias, arcaicas que reivindicó más tarde el fascio.
De ese punto de vista arcaico se apropió Mussolini encerrándose tras los muros de los viejos palacios, adoptando puntos de vista anticuados (no arcaicos) y reivindicando la falsa historia de un pasado mítico aunque subjetivamente mitificado y atávico.

EL ARTE COMO REVUELTA


Carl EINSTEIN es un escritor alemán que aborda el tema de las vanguardias históricas. En este libro engloba el período entre 1912 y 1933. Era historiador y crítico de arte, pero también escribió novela y poesía.
Le toco vivir el período convulso de entreguerras y su compromiso como hombre de acción fue firme. En España es poco conocido aunque con más de 50 años vino a este país a luchar en la columna Durruti y fue herido. Se había afiliado al partido Espartaquista alemán y al Comunista aunque al final se decantó por el anarquismo.
Nace en 1885 y es de orígen judío por lo que, tras la derrota de los Republicanos, se escapó a Francia y allí se vió forzado al suicidio en 1940.
Intelectualmente fue un rebelde que apoyó a las vanguardias, entendiendo la importancia del cubismo como una nueva visión de realidad, se interesó por el dadaismo y por el surrealismo. Teorizó sobre problemas formales, espaciales, mitologías surrealistas y arte primitivo, escribiendo artículos que dieron a conocer a Picasso, Gris, Braque, Léger, Klee, Dix, Grosz o Miró, entre otros. Colaboró con Jean Renoir, Bataille y fue amigo de muchos coleccionistas y marchantes.

Para Einstein la obra de arte es un remedio visual frente a lo inexplicable, una guía para entender el mundo desde la Estética. Su lenguaje radicalizado es coherente con el arte de vanguardia. Es menos conocido que Walter Benjamin pero sus escritos son hoy muy actuales.