sábado, 12 de junio de 2010

KAVAFIS: LA CIUDAD


Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.

Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.

Todo esfuerzo mío es una condena escrita:

y está mi corazón -como un cadáver- sepultado.


Mi espíritu hasta cuando permanecerá en este marasmo.

Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire

oscuras ruinas de mi vida veo aquí,

donde tantos años pasé y destruí y perdí."


Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.

La ciudad te seguirá. Vagarás

por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo

y en estas mismas casas encanecerás.

Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-

no hay barco para ti, no hay camino.

Así como tu vida la arruinaste aquí

en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.
Alejandría, ciudad mítica en la que vivió siempre Kavafis. Aquí se despersonaliza, convirtiéndose en una ciudad metafórica, sin imágenes concretas o detalles físicos reconocibles. Esta ciudad es cualquier ciudad.
Alude a la búsqueda de la felicidad en otro sitio, al deseo de marchar. El poeta habla con un interlocutor que le indica su deseo de partir pero el poeta le advierte de que es inútil la evasión, fracasará porque fuera de sí no está la solución al problema. El problema le acompañará a donde quiera que vaya.
Hace una advertencia melancólica al viajero que busca ilusionarse en otros lugares y deambula sin éxito: no obtendrás lo que buscas. Y explica la razón que lo impide: no podrás huir tan fácilmente de la desgracia que tú mismo has provocado o que llevas dentro.
Desesperanzado pesimismo que en el momento presente se respira por doquier. Marasmo del ánimo.
¿Podremos arreglar las cosas huyendo?
¿Concluirá nuestra búsqueda en el lugar de partida?
Hay en el poema una advertencia, un reproche.
El poeta no tuvo la fantasía de perseguir la felicidad huyendo, creó una ciudad mítica pero hubo también una ciudad real en la que paseó por sus calles, envejeció en sus barrios y eligió con ello dónde morir.
Este poema me conmueve porque alude a la ciudad interior que uno lleva dentro. La ciudad del deseo es un puro caminar hacia otros lugares que a la larga nos llevarán siempre a la desesperanza.
Una epístola de Horacio que Kavafis conocía y en la que quizás se inspiró dice así:
"No el lugar desde donde se extienden las olas a lo lejos, sino la razón y prudencia son las que disipan las crueles inquietudes. Las que navegan a través del mar mudan de cielo, pero no la disposición del ánimo. ¡Inútiles y vanos esfuerzos! Volamos tras la dicha recorriendo la tierra en las cuádrigas y el mar en las naves, y lo que buscamos está aquí, en la misma aldea de Ulubres, si sabemos conservar el espíritu completamente sereno."
Escuchemos a los clásicos porque aún tienen algo que enseñarnos.

CHANTAL MAILLARD: ORIENTE Y OCCIDENTE.


La mentalidad científica occidental pretende dominar la naturaleza, establecer leyes que rigen fenómenos y transformar el medio. Habla de evolución, de progreso, defiende un esquema linea mientras que Oriente permanece atento y defiende un esquema circular. Por eso en Occidente la historia nos ha llevado a un callejón sin salida. Cuando el ser se topa con el no-ser, cuando el orden se convierte en caos, cuando lo que creemos bien definido se difumina, nos damos cuenta de que la materia que pisamos no es sino la piel escamosa del dragón dormido. Tememos despertar al dragón. Tememos que se derrumbe nuestro universo conceptual. Pero hay una pérdida evidente de sentido. Pronunciamos muchas veces, aunque lo temamos, la frase: ESTO NO TIENE SENTIDO.

Hemos querido elaborar una teoría verdadera del mundo basándonos en la razón pero luego, tras las dos Guerras Mundiales, tras el horror del Holocausto, aparece el final de todas las certezas, la imposibilidad de seguir creyendo en los discursos universales.

Quizás ello nos posibilita a entender los principios de la sabiduría china para contemplar y entender el universo, el orden de los cambios, para deconstruir las cosas, convirtiéndolas en simples sucesos, en apariciones comprensibles.

Chantal Maillard piensa que Oriente tiene mucho que enseñar a Occidente.


En el zen, la meditación nos lleva a una observación de los procesos mentales. Intentaremos ver nuestros pensamientos, los dejaremos pasar sin detenernos en ellos y potenciaremos procesos realizadores que nos lleven a la iluminación. La actividad artística es un excelente instrumento de concentración para el autoconocimiento.
En el arte chino hay que ser capaces de mostrar el Universo en una sola pincelada. Esta es la meta de la estética china. Primera etapa: contemplar el vacío. Intentar expresar el vacío. A
los chinos el vacío les atrae. A los occidentales nos asusta. Ellos no conocen la idea de la proporción griega, del orden, del equilibrio o simetría de la racionalidad occidental. Para nosotros el vacío es el abismo que nos da vértigo porque hay ausencia.En la estética zen el artista esboza un caballo para indicar el salto y en los espacios blancos expresará la energía que es por azar un caballo pero que podría ser todas las demás cosas. Es decir, se trata de sugerir una idea en muy pocos trazos. O proyectar una imagen en pocos versos. Se dice sin decir y el que lee completa.

Oriente elaboró además la primera teoría del subconsciente de la que tenemos referencia. El análisis de los procesos de conciencia les llevó a darse cuenta de que el Universo es una creación de la mente que no tiene realidad fuera de ella.

Otras escuelas defienden la idea del vacío y el silencio: silencio interior y estado de vacuidad. Esto se traduce en el deseo de trascendencia en el ámbito cotidiano, tanto en la contemplación como al hacer cosas: el esfuerzo es lucha y cuando cesa, se llega a la unidad. Efectuando cada acto con absoluta atención se llega a la iluminación.

"CUANDO COMAS, COME Y CUANDO DUERMAS, DUERME. DA SUMA IMPORTANCIA A LOS ACTOS COTIDIANOS. LO SIMPLE, LO INMEDIATO, LO NATURAL, TIENEN UN INMENSO VALOR."

ZEN EN EL ARTE DE ESCRIBIR.


Hay tres palabras que Ray Bradbury pone en grande: TRABAJO, RELAJACIÓN y NO PENSAR.

Trabajo es una palabra a veces repulsiva pero si conseguimos que el trabajo y la experiencia sean copartícipes cambia su aspecto. Si el dinero se vuelve objetivo, meta y fin, si no estar ocupados nos culpa, si en nuestro tiempo libre nos seguimos inventando trabajos y actividades, todo degenera. El trabajo literario ideal ¿es una hora ociosa al mediodía para crear?

La meta en el trabajo sería según Bradbury estar interesados en la creatividad y buscar y conseguir estar relajado y no pensar en otras cosas. Estar interesados no en la fama o el dinero sino en lo creativo, buscar un trabajo sincero y bien hecho. ¿Pero es posible trabajar y relajarse a la vez?

Lo importante es trazarse un programa: Mil o dos mil palabras al día en los próximos 20 años fue su lema. Porque solo de la experiencia surge la calidad.

Veamos ahora como se consigue aunar trabajo y relajación:

Todas las artes son la eliminación del exceso de movimiento a favor de la declaración concisa. El artista aprende a omitir. Luego su arte está en lo que NO dice, lo que OMITE, en la habilidad para exponer con emoción clara. Para ello es necesario estar relajado. Aprender del fracaso es las primeras etapas. hay que luchar por no apagarte, por no endurecerte, por no ponerte nervioso, por no dañar el proceso creativo, por no dejar de trabajar. Porque si continúas trabajando tu creatividad acabarás relajándote y no pensarás en otras cosas.

Cuando el escritor se relaja acaba pensando bien. Empiezas a verte e intentas escribir tu propia historia.

En los primeros años también es importante imitar porque tardarás años en dar con la historia original que llevas dentro. Como en el tiro con arco tienen que pasar años para aprender la acción de tensar el arco, colocar la flecha, para dominar otros procesos tediosos, enervantes, que permiten que la cuerda se suelte de la forma adecuada y que la flecha se dispare hacia el objetivo.
Otros consejos más del amigo Ray:

Lo que el escritor tiene que contemplar no es su ombligo sino a sus personajes.

Sabio es el escritor que conoce su inconsciente y lo deja hablar al mundo. Es su verdad.

Dos mentiras: es mentiroso escribir para que un grupo esnob nos recompense con fama.
Es mentiroso escribir para que el mercado comercial nos recompense.

UNA RECOMENDACIÓN:
Leed Crónicas Marcianas de Ray Bradbury. Más que ciencia ficción, pura POESÍA.