domingo, 23 de mayo de 2010

MUJERES


Mujeres


Mañana de suburbio

y el autobús se acerca a la parada.


Hace frío en la calle, suavemente,

casi de despertar en primavera,

de ciudad que no ha entrado

todavía en calor.

Desde mi asiento veo a las mujeres,

con los ojos de sueño y la ropa sin brillo,

en busca de su horario de trabajo.


Suben y van dejando al descubierto,

en los cristales de la marquesina,

un anuncio de cuerpos escogidos

y de ropa interior.

Las muchachas nos miran a los ojos

desde el reino perfecto de su fotografía,

sin horarios, sin prisa,

obscenas como un sueño bronceado.


Yo me bajo en la próxima, murmuras.

Me conmueve el recuerdo

de tu piel blanca y triste

y la hermandad humilde de tu noche,

la mano que dejaste

olvidada en mi mano,

al venir de la ducha,

hace sólo un momento,

mientras yo me negaba a levantarme.


Que tengas un buen día,

que la suerte te busque

en tu casa pequeña y ordenada,

que la vida te trate dignamente.


Luis García Montero

Luis García Montero


Para García Montero la poesía es un género importante desde el punto de vista simbólico ya que reivindica la conciencia individual del ser humano. Reivindicarla no significa ser egoísta porque la poesía es un diálogo con el Otro, es dialéctica y el lector es tan importante como el autor; el lector descubre su propio rostro en lo que lee y se hace dueño de sus sentimientos y sus opiniones al escribirlas, al leer. Se trata pues de un ajuste de cuentas con la realidad.

La sociedad tecnológica intenta homologar las conciencias, las opiniones. Pero el poeta, al enfrentarse al folio en blanco y a las palabras, no puede tener prisa porque necesita matizar. En esta sociedad de las prisas podemos no ser dueños de nuestras propias vidas. El dogma es la prisa en las ideas. Y si vas de cabeza piensas con los pies, nos dijo Eugenio D´Ors.

Curiosamente, la poesía elimina además los códigos de competencia de nuestra sociedad aunque reivindique lo individual. No tiene nada que ver con un sujeto pasivo, consumista. Además, en un poema clásico hay planteamiento, nudo y desenlace. Hay argumento lo cual es lo opuesto a una realidad tecnològica, virtual. Escribir o leer un poema es lo contrario a hacer zapping, no pertenece a una cultura fragmentaria en dónde no hay argumentos. En este sentido es también un ajuste de cuentas con la realidad.

EL TEXTO ES UN ESPACIO PÚBLICO. UN DIÁLOGO EN EL QUE SE ORDENA LA ESCRITURA COMO AUTOCONOCIMIENTO. ES FICCION y ES ARTIFICIO PERO NO ES REALIDAD VIRTUAL porque DESDE EL PRINCIPIO SABEMOS QUE NO ES REAL.

La realidad virtual es superstición: asistes a una misa pensando que lo que allí sucede es real. Pero cuando lees poesía o vas al teatro sabes de antemano que es un juego de artificio. La tecnología nos vende también como verdad algo falso, creando realidad virtual.

Escribimos porque la realidad es precaria y la imaginación nos sirve para crear conciencia de realidad, para ser más conscientes y más críticos. Escribimos como los Románticos desde la queja y desde el dolor pero también, como los poetas Ilustrados, desde la alegría y el deseo de ser dueños de nuestro futuro, buscando la felicidad pública. Cada poeta recoge una tradición y la reinventa pero si al hacerlo no es transgresor, en vez de aspirar a imitar a San Juan de la Cruz se convertirá en un pregonero de Semana Santa.