jueves, 27 de mayo de 2010

EL SENTIDO DE LA VIDA


En lo que respecta a la riqueza, vivimos en una civilización que niega religiosamente que aquella sea un fin en sí misma, pero que, en la practica, la trata como si lo fuera. Una de las acusaciones más contundentes que se formula contra el capitalismo es la de que nos obliga a invertir la mayor parte de nuestras energías creativas en asuntos que son meramente utilitarios. Los medios de la vida se convierten en su fin. La vida acaba consistiendo en un despliegue de la infraestructua necesaria para vivir. No deja de ser asombroso que, en pleno siglo XXI, la organización material de la vida siga ocupando el lugar preemitente que ya ocupaba en la Edad de Piedra. El capital que podría dedicarse a liberar a hombres y mujeres- al menos, en cierta medida- de las exigencias del trabajo duro se dedica, sin embargo, a la tarea de amasar aún más capital.
Si la cuestión del sentido de la vida parece apremiarnos en una situación como la actual, ello se debe, entre otras cosas, a que todo este proceso de acumulación es, en última instancia, tan vano e inútil como la Voluntad schopenhaueriana. Al gual que la Voluntad, el capital adquiere un impulso propio, su existencia se justifica principalmente por sí misma y utiliza a los individuos como instrumentos de su propia evolución ciega. Comparte asimismo algo de la taimada astucia de la Voluntad, ya que persuade a los hombres y a las mujeres que emplea como instrumentos y herramientas suyos haciéndoles creer que son valiosos, únicos y autónomos. Schopenhauer llamaba "conciencia" a ese engaño, Marx lo denominaba "ideología."
Freud empezó creyendo que el sentido de la vida era el deseo y acabó convencido de que era la muerte. Pero esta afirmación puede tener diferentes significados. Para el propio Freud significaba que todos somos esclavos en última instancia del Tánatos ( o pulsión de muerte). Pero también puede significar que no es probable que una vida que no contenga nada por lo que uno no esté dispuesto a morir resulte muy fructífera. Como también puede querer decir que vivir conscientes de nuestra naturaleza mortal es vivir con realismo, ironía, sinceridad y un aleccionador sentdio de nuestra propia finitud y fragilidad.
Terry Eagleton

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