martes, 8 de junio de 2010

PACUMBRAL


Nace en la inclusa y no va nunca al colegio. Su juventud está abrumada por el frío que pasa en las pensiones cochambrosas de la capital, lo que hace que su escuela y su cuarto de estar sea el café.

Cuando le ignoran, como a Cervantes, crea una ciudad mítica mientras la Olivetti le sirve de orquestación en el fraseo, haciendo de Madrid un género literario, una ciudad de gatos, de prestamistas, de concejales, de chelis y de fachas. Y también de gitanos. Y es un cronista que practica el "osea".(Puede que entonces fuera una persona digna.

Como pretendido escritor de la izquierda se dedica a cantar a ciertos dioses de la Transición que ya han caído del cielo. Y va luego y se inventa un personaje absurdo. Y se muere por dentro.

La derecha se apodera de su cadáver, instrumentalizado y odiado a partes iguales. Cambia las botas negras de patearse el barrio por los botines blancos y se hace amigo del Duque de Lugo y enemigo de Pérez Reverte, que no es de su talla, y se dedica al cotilleo y acaba manchándose los botines de barro. Y crea la aureola de maldito y se pone a exagerar y a hacerse el dios de la bohemia en un sofá rojo de Oliver, y escribir por escribir, como Cossío, varios artículos al día, unos para vivir y otros para beber.



Le perdono. (Qué importa que Valle fuera carlista. Que importa que Quevedo fuera misógeno.)

Siempre cuesta aceptar la decadencia como en su momento no aceptaremos la nuestra.

Envejecer es ir dejando cosas atrás, decía en sus últimos años. Era un presente con mucha memoria viva, un presente que ya era pasado, un pasado dictado por la voz de la memoria.

Lo de la vejez lo dijo poco antes de morir, con el miedo que ronda cuando sabes que te queda poco tiempo. Y también dijo del éxito que está vacío, a pesar del narcisista integral que llevaba dentro.

Y acabó estorbando como un candelabro, por eso nunca entró en la Academia, ese alquimista de la lengua. Ese maestro del castellano que trabajaba a veces con la mitad prodida del mundo, recogiendo chatarra y convirtiéndola en oro.



LE PERDONO PORQUE NOS DEJÓ "MORTAL Y ROSA" Y SE DIO POR ENTERO.



Madrid es hoy una ciudad sitiada por los paranoicos,una ciudad-estado podrida y menos próspera, en la que habitan castizos reaccionarios y anticastizos. Una ciudad sin himno. Una ciudad que tuvo que acogernos para crecer pero que YA no ES.

(Pongamos que hablo de Madrid)

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