martes, 25 de mayo de 2010

EL HOMBRE REBELDE


Roto el espejo, no queda nada que pueda servirnos para contestar a las preguntas del siglo. El absurdo, lo mismo que la duda metódica, ha hecho tabla rasa. Nos deja en un callejón sin salida. Pero, lo mismo que la duda, puede, volviendo a él, orientar una nueva búsqueda...

Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta. La primera y única evidencia que me es dada así, dentro de la experiencia del absurdo, es la rebeldía...

La rebeldía nace del espectáculo de la sinrazón, ante una condición injusta e incomprensible. Pero su impulso ciego reivindica el orden en medio del caos y la unidad en el corazón mismo de lo que huye y desaparece. Grita, exige, quiere que el escándalo cese y que se fije por fin lo que hasta ahora se escribía sin tregua en el mar. Su preocupación es transformar. Pero transformar es obrar...

Es pues necesario que la rebeldía saque sus razones de sí misma, ya que no puede sacarlas de nada más. Es preciso que consienta a analizarse para aprender.


Albert Camus: El hombre rebelde.

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