Margarethe von Trotta nos cuenta la vida de Hildegard von Bingen en su última película. Nos cuenta que siempre ha habido mujeres que han luchado contra la discriminación y contra una pretendida falta de facultades intelectuales en la mujer pero que han sido silenciadas por la historia oficial.
Hildegard von Bingen, abadesa alemana en el siglo XII, fue compositora, médico, científica, escritora, poetisa y filósofa. Pero la historia oficial no nos la dio a conocer. Sin embargo, estudiamos el Roman de la Rose, una alegoría de amor cortesano que propaga la infamia de las mujeres y cuenta por ejemplo: "Vosotras sois o seréis o fuisteis todas las putas, por acción o simple voluntad."
En este siglo nos hemos empeñado en una búsqueda de mujeres olvidadas. En esta película la heroína, una adelantada a su época, nos sorprende al conocerla. Que por aquel entonces una monja escribiera sobre la sexualidad femenina era inimaginable.
Hildegard tenía un deseo pero no se atrevía a llevarlo a cabo: escribir. Sin embargo se las arregló para hacerlo: tuvo VISIONES místicas que debía transmitir. Quiso ser profeta pero San Pablo dijo que las mujeres no podían predicar, escribir o hablar en público. Una voz la obliga a imponerse y no da tregua. Desde pequeña sufre de enfermedades, de trances, y una voz la obliga a la autorealización. No puede ignorar su DESEO, el de saber, el de leer e instruirse.
En aquella época la abadesa es una privilegiada: dispone del tiempo necesario, tiene una celda, es decir, una habitación propia, aunque también debe renunciar a la maternidad, al sexo, y lo que es peor: aceptar una rígida jerarquía estamental masculina.
Hildegard disfraza, consciente o inconscientemente, su voz interior. La convierte en divina. Oculta su luz bajo un hábito de monja, con determinación. Es valiente porque se juega incluso la vida porque una visionaria puede ser quemada por bruja, excomulgada y encarcelada por estar poseída por el Diablo.
Consigue el permiso del Papa para dar a conocer sus VISIONES pero no puede escribirlas sino que dicta a un hombre que la escucha hablar y que puede corregirla.
No sin sufrimiento asume un liderazgo frente a su comunidad y crea su propia orden monástica porque quiere evitar que las monjas y novicias deseen flagelarse, ayunar y autocastigarse. Que puedan ser utilizadas por un hombre. Y compone bellas canciones, y las invita a envolverse en trajes de seda y a ponerse joyas, a soltarse el cabello y adornárselo con guirnaldas, a alegrarse de ser bellas y a abrazar la vida.
Las enseña a no ser SANTAS sino ELLAS MISMAS.
Hildegard von Bingen, abadesa alemana en el siglo XII, fue compositora, médico, científica, escritora, poetisa y filósofa. Pero la historia oficial no nos la dio a conocer. Sin embargo, estudiamos el Roman de la Rose, una alegoría de amor cortesano que propaga la infamia de las mujeres y cuenta por ejemplo: "Vosotras sois o seréis o fuisteis todas las putas, por acción o simple voluntad."
En este siglo nos hemos empeñado en una búsqueda de mujeres olvidadas. En esta película la heroína, una adelantada a su época, nos sorprende al conocerla. Que por aquel entonces una monja escribiera sobre la sexualidad femenina era inimaginable.
Hildegard tenía un deseo pero no se atrevía a llevarlo a cabo: escribir. Sin embargo se las arregló para hacerlo: tuvo VISIONES místicas que debía transmitir. Quiso ser profeta pero San Pablo dijo que las mujeres no podían predicar, escribir o hablar en público. Una voz la obliga a imponerse y no da tregua. Desde pequeña sufre de enfermedades, de trances, y una voz la obliga a la autorealización. No puede ignorar su DESEO, el de saber, el de leer e instruirse.
En aquella época la abadesa es una privilegiada: dispone del tiempo necesario, tiene una celda, es decir, una habitación propia, aunque también debe renunciar a la maternidad, al sexo, y lo que es peor: aceptar una rígida jerarquía estamental masculina.
Hildegard disfraza, consciente o inconscientemente, su voz interior. La convierte en divina. Oculta su luz bajo un hábito de monja, con determinación. Es valiente porque se juega incluso la vida porque una visionaria puede ser quemada por bruja, excomulgada y encarcelada por estar poseída por el Diablo.
Consigue el permiso del Papa para dar a conocer sus VISIONES pero no puede escribirlas sino que dicta a un hombre que la escucha hablar y que puede corregirla.
No sin sufrimiento asume un liderazgo frente a su comunidad y crea su propia orden monástica porque quiere evitar que las monjas y novicias deseen flagelarse, ayunar y autocastigarse. Que puedan ser utilizadas por un hombre. Y compone bellas canciones, y las invita a envolverse en trajes de seda y a ponerse joyas, a soltarse el cabello y adornárselo con guirnaldas, a alegrarse de ser bellas y a abrazar la vida.
Las enseña a no ser SANTAS sino ELLAS MISMAS.